Queridos amigos:

En tiempos de Cuaresma me limitaré solo a mis catequesis de los domingos (en inglés) y los lunes (en español). Si el tiempo me lo permite, aprovecharé para rezar el rosario con ustedes los miércoles.

Para mí dejar las redes sociales no es penitencia, porque la verdad es que no me cuesta nada dejarlas. Estaría fuera de las redes sociales con muchísimo gusto si no fuese porque veo que la voluntad de Dios es que siga haciendo mi apostolado por las mismas. La razón por la cual me limitaré solo a las catequesis no es por penitencia (estas, de hecho, deben ser privadas) sino porque creo que yo también necesito este tiempo para dedicarme más a la oración y la contemplación de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.

No nos olvidemos que mañana es miércoles de cenizas. He escuchado algún sacerdote que dijo: “no hay que ayunar tanto de comida, sino de murmuración, del mal uso de la lengua, etc”. En realidad a este padre yo lo quiero mucho y somos grandes amigos, pero respetuosamente tengo otro punto de vista con respecto a eso. El “ayuno de la murmuración” y del “mal uso de la lengua” hay que hacerlo todo el año, ya que cuando uno hace estas cosas peca. Del pecado hay que abstenerse siempre; no es que durante el año nos está permitido ser chismosos y en cuaresma no. No hay que ser chismosos, ni murmuradores, ni dar lugar al odio y al rencor porque esas cosas son pecados. No hacer esto no es penitencia, sino nuestra obligación moral como católicos, ya que como decía Santo Domingo Sabio: hay que preferir morir que pecar.

La penitencia debe ser renuncia a cosas legítimas y buenas. Por ejemplo: no es pecado tomar vino mientras no me emborrache, pero si me encanta tomarme una copita todos los días y como penitencia por mis pecados (o pidiendo por la conversión de un familiar) decido no tomar vino durante toda la cuaresma, eso es, en concreto, un sacrificio ofrecido al Señor. Eso por poner un ejemplo. La penitencia debe ser renunciar a algo legítimo que me guste hacer, o hacer algo legítimo que no me guste. En definitiva, la penitencia tiene como fin unirnos a la Pasión de Cristo, que inmoló su vida por nuestra salvación eterna. Cada uno récele al Espíritu Santo y pregúntele que penitencia deben ofrecerle a Jesucristo. Hagamos la penitencia que Cristo quiera que hagamos.

Recuerden que semana santa no es un tiempo de vacaciones. Es un tiempo de penitencia, oración y conversión. Aprovechemos este tiempo cuaresmal para unirnos más la cruz del Señor y para buscar de modo más profundo la salvación de nuestras almas.

Mañana, los mayores de 16 años deben abstenerse de carne y saltar una de las comidas (o el almuerzo o la cena). Obviamente que los enfermos no están obligados a cumplir con estas prescripciones, pero los que estamos sanos y fuertes sí. Aunque no es día de precepto, es altamente recomendable participar de la Misa, ya que recibir las cenizas es recibir gracias de parte de Dios para nuestra conversión personal. No desaprovechemos esa oportunidad de recibir las bendiciones que Dios nos da durante este tiempo tan importante del año.

Finalmente, recordemos que aunque hay que confesarse todo el año, el tiempo de cuaresma es un tiempo muy especial para acercarse al Sacramento de la Reconciliación. No dejemos de confesarnos y pedirle perdón a Dios por nuestras faltas.

Recordemos también las palabras del Padre Nuestro: “perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. No podemos ser perdonados si no perdonamos a quienes nos han ofendido. Al menos recemos y pidamos por la conversión de aquellos que nos han hecho daño, aunque no tengamos más trato con ellos. Pero recordemos que estamos viviendo un tiempo especial de reconciliación con Dios y con el prójimo. Ergo, no dejemos de acercarnos a la confesión, y también pidámosle a la Virgen que nos de la gracia de perdonar a quienes nos hayan hecho daño.

Buen inicio de la cuaresma para todos, y nos veremos en nuestras catequesis de los domingos y lunes, y quizás en algún rosario durante la semana (muy probablemente los miércoles).