San Hilario de Poitiers fue uno de los obispos del siglo IV que luchó contra la herejía arriana. En esa época, escribió lo siguiente hablando de los obispos y sacerdotes arrianos:
“Se transtornan los dogmas de la religión; se confunden las leyes de la Iglesia. La ambición de los que no temen al Señor salta a las dignidades, y se les propone el episcopado como premio de la más descarada impiedad, de suerte que a quien más graves blasfemias profiere, se le tiene por más apto para regir al pueblo como obispo. Desapareció la dignidad episcopal. Faltan pastores que apacienten con ciencia el rebaño del Señor. La libertad de pecar es mucha. Los que han subido al gobierno de la Iglesia (es decir, los arrianos) por empeño humano le consienten absolutamente todo a los que pecan. La maldad no tiene límites, pues los pueblos no son corregidos. Los prelados no tienen libertad para hablar ya que adquirieron la dignidad episcopal por medio de favores humanos, y son esclavos de aquellos que les hicieron esa gracia” (del libro “Las Naves y las Tempestades, Tomo I, p. 234)
Es interesante ver como a San Hilario de Poitiers le costó sufrir una fuerte persecución gracias a este mensaje. El santo obispo llegó a decir que prefería haber sido obispo en tiempos de la persecución romana que en tiempos del arrianismo, ya que esta herejía se disfrazaba de “cristiana”; cuando en realidad apuntaba a la destrucción del cristianismo en cuanto tal.
En realidad, hay veces que hacen más daño los enemigos al interno de la Iglesia que los externos. A los externos se los reconoce más fácilmente. Los internos en cambio a veces pasan desapercibidos, pero terminan siendo el cáncer que destruye nuestra fe; como en su momento lo era el arrianismo.
Debemos rezar mucho por la conversión de aquellos que atacan al cristianismo, sobre todo de aquellos que lo atacan desde adentro, “haciendose pasar por cristianos” cuando en realidad son lobos disfrazados de ovejas. También debemos rezar para nosotros mismos no convertirnos en lobos, ya que quien esté de pie, cuide de no caer